lunes, 8 de febrero de 2010

Los Bedbugs.

Anoche bajamos a tomarnos un café con los amigos de Inglaterra y resulta que Heidi está llena de picaduras en sus brazos y piernas. Parece que llegaron los bedbugs.
El día que llegué a mi pieza, había montones de papeles informativos de todo tipo y entre ellos uno referido a esta plaga que me parece casi mitológica al aparecer incluso en refranes de buenas noches de gringo: “Good night, sleep tight, don´t let the bedbugs bite” (de manera casi literal, sería “buenas noches, duerme apretado – que duermas bien – no dejes que te muerdan los bichos de cama” (¡!).
Y bueno, por supuesto no siquiera pesqué esa hoja, sino más bien me dio algo de risa, como si fuese una de las 7 plagas de la biblia, o sea, cero posibilidad de que lleguen. No pude estar más equivocada. De acuerdo a información proporcionada por el señor google: “Largely eradicated as pests in the United States in the early 1940s, bedbugs have been resurgent in the past decade to near epidemic proportions”.
Nooooooooooooo.


Estos bichos asquerosos se alimentan de sangre humana, y según estuve leyendo son del mismo suborden que las vinchucas (la forma de su cuerpo me dio una pista), pero son muy pequeños, del orden de los milímetros. De acuerdo al “dostor” son el equivalente a nuestros campestres chinches. Siglo XXI. Por Diossshh.
Estuve viendo técnicas para ahuyentarlos, que incluyen un rayado de tiza alrededor de la cama, y también poner un adhesivo de doble faz para que se queden pegados y no puedan escalar a la cama. Eso lo haré al toque. No estoy ni ahí con que lleguen, ya que al parecer han ido escalando pisos: del 3ro se pasaron al 4to. Menos mal que vivo en el 8°, así que aún me queda tiempo.


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