lunes, 3 de mayo de 2010

Formas de ahorro.

Como las coronas suecas no abundan, y la vida del estudiante es restringida, en este capítulo daré a conocer diversas formas de ahorro que he tenido que ir conociendo y desarrollando, ya que hay que hacer uno que otro malabar para en junio poder hacer el “EUROTRIP” a destajo! Jejjee.

Malabar número 1: Los supermercados.

Cerca de la estación de metro donde usualmente combino para llegar a casa desde cualquier lado, hay 3 supermercados. Por lo general la gente no va a uno solo y compra todo ahí, sino que se cotiza, se puede ir a uno, ver que está de ofertas, y después te pasas al supermercado de al lado. Es una lata, pero aunque no lo crean la mayoría de la gente lo hace, y nadie va con un listado de cosas para comprar, sino que compra lo que necesita como cosas básicas y además ojea los ofertones: de repente son las albóndigas, de repente un queso, unas latas de conserva, etc. Por ejemplo, la fruta: es tan cara, que uno no va pensando: “mmm, tengo ganas de comer peras”. Nop. Si están baratas las manzanas, a comer manzanas no más!
Acá en la esquina del metro hay un negocio chiquito atendido por sus dueños, que son de Pakistán, y vende frutas y verduras a un precio razonable. A veces está un poquito más barato que el super, y la fruta es de buena calidad. También tienen galletas ricas y está abierto hasta las 10 de la noche, así que es super salvador. Al lado de este negocio hay un mini super pero es carísimo! La primera semana todos compran ahí, pero ahora ya nadie lo hace, nica!

En todos los negocios, por lo general hay que comprar las bolsas de plástico. Esto es una forma de ser amistosos con el medio ambiente, ya que al cobrar se estimula a que la gente lleve sus propias bolsas, lo que me parece muy bien. Acá se usa mucho la bolista de género, todos andan con una bolsa enrollada en la cartera, o si no simplemente se echan las cosas al bolso/cartera/mochila. Yo llevo mi mochila nerd de Karolinska y me voy cargadita con mi leche de litro y medio, mi yogurth y kiwis para el desayuno.


También existe otro negocio por ahí que tiene ofertones de productos de limpieza, es como el “Pre Unic”, donde se compra el detergente, el suavizante, pasta de dientes, etc. Pero igual es medio raro, porque entre medio venden tallarines y tarros de atún, etc. Muy rara combinación.

Malabar número 2: El transporte.

Bueno, como ya les había comentado al inicio, me compré una tarjeta semestral que me permite andar en metro, micro y trenes urbanos. Esta tarjetita es muy valiosa, y le saco el jugo, ya que el transporte público se utiliza bastante, y es de calidad. Sólo un par de veces he andado en taxi, en pleno invierno con nieve, y aunque sea compartido salió una millonada cada vez!!! No recuerdo cuanto, pero cuando hice la conversión, me caí de poto. La tarjeta en cuestión me costó la módica suma de 1650 coronas, lo que equivale a 120 mil pesos. Qué tal? Se imaginan tener cargada la tarjeta BIP con esa cantidad? Por eso la cuido como hueso de santo! Eso, dividido en 5 meses, que creo es lo que dura, son como 25 lucas mensuales, lo que es bastante conveniente para poder usar el servicio todo lo que se quiera. Si se compran pasajes individuales, cada uno sale como luca! Uf.


(si quieren saber donde vivo, es en la línea azul del metro, justo antes de que se bifurque, es la estación "Westwood" en este mapa, pero en sueco es Vastra Skogen. Pinchar para ver grande).

Para viajar fuera de la ciudad, hay unos pasajes llamados “sista minuten” o de último minuto, y hay mucha gente que hace eso 24 horas antes de un viaje. Lo malo es que no se puede planificar así, así que hay una alternativa de trenes llamado “Veolia”, que fue en el que viajé cuando fui al sur de Suecia y Copenhaguen. Lo bueno es que tiene tarifa plana, no como los otros que suben cuando se va acercando la fecha del viaje, una lata! Los precios van cambiando, y el que no se aviva, pierde.

Malabar número 3: Una peguita de ocasión.

Me salió una minipega! Estuve haciendo clases a un chico de Pakistán, que es de una generación pasada y está con ramos atrasados. Un cacho de persona, pero las coronitas fueron bien recibidas, por un total de 11 horas de trabajo estudiantil.

Malabar número 4: Los descuentos culturales.

Cuando llegué a Karolinska, tuve que pagar una cuota de incorporación para el centro de alumnos o algo así que costaba como 450 coronas (algo así como 30 lucas), lo que me pareció un abuso! Pero al menos eso me dio la oportunidad de no sólo comprarme la tarjeta del metro, sino que además me da descuentos en diversas cosas, como el gimnasio, la compra de libros y los museos, lo que he aprovechado bastante (ver nota “fines de semana culturales”).

Y bueno, también tengo formas un poco más indecorosas de ahorrar moneditas, que no mencionaré, pero que forman parte de la picardía de chilena jajjaja. Algún día se las contaré. =)

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