jueves, 22 de abril de 2010

Copenhaguen.

Sí, sí, sí, lo séeeeee, he dejado mi blog completamente abandonado, botado, lleno de polvo. He tenido semanas realmente ocupadas, y creo que ya saben como me gusta escribir, así que ha sido sólo por falta de tiempo.

Como retomar? Bueno, primero debo decir que mi viaje al sur estuvo realmente entretenido y patiperro. Tomé un tren de lo más kitsch, antiguo y totalmente de madera, con destino a la ciudad de Osby, una pequeña ciudad en la región más sur del país.

(el tren a Copenhaguen desde Osby, de lo más lindo).

Oh, que oasis: en estos lares no había nieve, apenas unos cerritos diminutos, y lomas cubiertas de pasto verde, sí! Verde. Ya eso fue bastante alucinante, me pude sacar los bototos, poner botas como la gente normal y sacarme la parka blanca que no me había sacado ni para ir a la esquina (salgo en todas las fotos con las misma chaqueta, por si no lo habían notado, cuack!).

Luego de un fin de semana por la zona y compartiendo eventos familiares suecos de tipo diverso (auspiciados por mi acompañante), pude saber lo que es estar en un ambiente distinto, no estocolmense. Me costó un poco estar en un ambiente con gente hablando sólo sueco: en zonas extremas del país a pesar de saber inglés por la enseñanza del colegio, no les gusta mucho o más bien no se sienten cómodos hablándolo, por lo que tuve que escuchar largas conversaciones en sueco, pero puedo orgullosamente decir que al final del periplo ya lograba entender el punto central de la conversación, afinando el oído y agarrando cuanta palabra me fuese familiar gracias a mi curso de begginers (eso sí, me perdía todos los chistes).


(la tradicional "torta princesa", en su color más característico: sí, es verde)

(en tren otra vez, camino a Copenhaguen desde Osby)

El día Lunes el destino fue Copenhaguen, Dinamarca. Me encontré con una ciudad hermosa arquitectónicamente, y estuve caminando al menos 8 horas, o sea todo el día, por distintas calles de la zona más central. Estaba lleno de bicicletas, por todos lados! Y me pareció fantástico. Vi montones de ellas sin siquiera una cadena para asegurarlas, nuevas, viejas, con canastitos, sin ellos, antiguas, modernas y estilosas, de todo tipo! Las ciclovías por supuestos son una maravilla.


Dando los primeros pasos por la ribera de un río, me preguntaba: esta gente que vive acá, a la orilla del río, en Copenhaguen, con toda la arquitectura y bellos museos a un par de pedaleos de distancia, sabrá lo afortunada que es viviendo en un lugar tan, pero tan bacán como este? No sé… es algo que me pregunto, porque esta gente que vive en “Las Europas” está inserta en un mundo tan alucinante para nosotros, y muchos de ellos, al menos la gente de Exchange y los pocos suecos que he conocido, jamás han viajado a Sudamérica, salvo algunas excepciones. Pero aún así, lo encuentran alucinante, por motivos distintos eso sí, que tiene que ver más bien con nuestras bellezas naturales, of course. En fin saliendo de esta pelá de cables, retomo Copenhaguen, con sus cafés pitucos y su restoranes con mantitas en las mesas de la calle, para resguardarse del frío (obviamente nadie se roba las mantitas, si no estamos ná en el paseo ahumada, valor!). La conversión de la moneda, de coronas danesas a coronas suecas, me pareció media turbia… mmm.. hubiese convenido hacer cambio antes de venir, pero cuando uno está cansado de caminar y se quiere tomar un café con un famoso pastelito danés, esa plata no importa mucho, sino que se disfruta con más ganas aún.


El parque del rey (en la foto con los cisnes) me pareció bello, pero debe ser mejor en primavera, y también los museos que vi por fuera, porque estaba todo cerrado por ser día lunes jajjaja, mala suerte, pero eso me obligó a hacer más un turisteo outdoors en vez de encerrarme un par de horas a una ciudad que sólo visitaría por un día. Algo bueno fue ir a la Round Tower, una torre redonda que quedaba al lado de la Iglesia de la Trinidad, y que tenía una rampla en espiral que llevaba a tener una vista privilegiada de la ciudad, con sus techos color ladrillo característicos y el puente Oresund a la distancia, que es el puente que conecta Suecia y Dinamarca, dando conexión a la región sur de Escandinavia, obra ingenieril inaugurada hace sólo algunos años.


El día martes fue el día de Malmö, que es la ciudad más al sur de Suecia que conecta con Dinamarca a través del puente ya mencionado. Debo decir que al retornar a Suecia, me invadió un sentimiento de “estar en casa otra vez”, lo que me hizo darme cuenta que estoy bastante aguachadita acá. Es que en Dinamarca era todo distinto, las comidas, el transporte, el idioma! Uff, dicen que el sueco y el danés son bastante parecidos, pero hay cosas que de frentón son super distintas, y además tiene letras raras! Cuando ya me estaba acostumbrando al sueco, esto sonaba un poco chino la verdad. En Malmö, primero había que visitar la parte más nueva de la ciudad, que está en la costa, y donde montones de arquitectos han hecho de las suyas construyendo casas a su antojo, dándole a esta zona un aire muy moderno y estiloso. Allí se puede ver el magnífico edificio “Turning Torso” del arquitecto español Santiago Calavatras, que la verdad me dejó bastante boquiabierta con su forma totalmente torcida. Algo que vale totalmente la pena.


En la tarde, luego de un rico almuerzo (a precios bastante más convenientes que Estocolmo, grata sorpresa) pasamos de lo moderno a lo antiguo, caminando por las calles de la ciudad vieja. El día estuvo precioso, totalmente soleado, disfrutando al máximo estos rayitos de sol, porque ya me volví lagartija: cuando hay sol estiro el cogote y me quedo ahí un ratito. Tengo el temor de empezar a agarrar un tono medio verde de tan paliducha que estoy. La parte vieja también tiene bella arquitectura, y un día se hace poco para poder verlo todo, así que hay que sacarle el jugo, aunque al final del día las piernas me queden tiritonas de tanta caminata.


Miércoles, día de retorno a “la gran ciudad”. Con gran alegría, veo que la lluvia de los últimos día ha derretido los cascos polares, y veo más y más flores cada vez! Ahora ya estamos casi a fines de abril, y la ciudad de Estocolmo se está volviendo muy bella. Antes de ayer invité a dos amigas del master a un fika en mi pieza, para lucir me mesita nueva con pajaritos pintados a mano, así que luego de ello fuimos a dar una caminata a la orilla del mar, que está a 5 minutos desde acá. Recogí flores que se llaman Påsk lilja (léase posk lília), que son las flores que brotan muy cercano a semana santa, y las traje para decorar mi pieza y sentir que llega la primavera. En las florerías, las orquídeas abundan, y también los tulipanes.

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